¿Alguna vez se han detenido a pensar cuánto tiempo pasan sentados cada día?

En el trabajo, en la escuela, en el auto, en el sofá mirando el celular o la televisión. Nos hemos acostumbrado a movernos poco, y eso, aunque no lo sintamos de inmediato, está cambiando nuestra vida más de lo que imaginamos. Ese es el gran enemigo silencioso de nuestra época: el sedentarismo.

Y lo peor es que no discrimina. No importa si eres niño, joven, adulto o adulto mayor. Todos lo sufrimos. El niño que pasa horas frente a una tablet o viendo televisión, el adolescente que estudia o juega frente a la computadora, el adulto que trabaja horas y horas sin levantarse, el adulto mayor que se mueve poco por miedo a caerse o por costumbre… todos estamos atrapados en esta rutina que nos aleja de nuestro bienestar.

El cuerpo tiene memoria

y habla, incluso cuando creemos que podemos ignorarlo. Nos habla con dolores en la espalda, en el cuello, en las articulaciones. Nos habla con cansancio constante, con falta de energía, con estrés, ansiedad o mal humor. Cada minuto que pasamos sin movernos, nuestro cuerpo nos lo recuerda, aunque muchas veces no le hagamos caso.

Pero hay esperanza. Porque revertir el sedentarismo depende de nosotros. No necesitamos gimnasios enormes, rutinas imposibles o horas de sacrificio diario. Lo que necesitamos es decisión y conciencia. Recordar que moverse no tiene que ser complicado. Caminar, subir escaleras, estirarse unos minutos, bailar en casa, jugar con los hijos o nietos, incluso tareas cotidianas pueden convertirse en movimiento que revitaliza nuestro cuerpo y nuestra mente.

Revertir el sedentarismo es mucho más que ejercicio.

Es recuperar energía, mejorar la postura, aliviar dolores, reducir el estrés, mejorar la circulación, fortalecer nuestro corazón y nuestra mente. Es un acto de amor propio. Cada paso, cada movimiento cuenta. Cada decisión de levantarnos y movernos es un recordatorio de que nuestra vida está hecha para vivir, explorar y sentirnos vivos, no para quedarnos quietos y esperar que el tiempo pase.

Así que hoy, aquí y ahora, les invito a hacer un compromiso: muévete más, siéntate menos, cuida tu cuerpo y tu vida. Porque la vida no está hecha para estar sentados, está hecha para ser vivida en movimiento. Y cada pequeño paso que demos nos acerca a una vida más sana, más feliz y más plena.